Paseando por las viejas calles de la villa, declarada Conjunto Histórico- Artístico en 1965, disfrutaremos del calor de sus gentes y de la belleza de un entorno con claro sabor medieval.
Sus viejas calles, su castillo (S. XI - XVII), la muralla y sus puertas, la plaza Mayor, la iglesia de Santa Maria (S. XII), declarada Monumento Nacional, o las fachadas de casa Arnal (siglo XVI) y casa Bielsa ( siglo XVI-XVII), son un resumen pétreo de la idiosincrasia de una villa con fuerte personalidad y con un patrimonio cultural fascinante.
En la explanada próxima al castillo, la Cruz Cubierta (S.XVI) se erige orgullosa como símbolo de los orígenes legendarios de la villa. Conmemora la victoria en el 724 de las tropas cristianas de Garcí Ximénez sobre el ejército musulmán, gracias a la milagrosa aparición de una cruz de fuego en la carrasca. Cada dos años, los ainsetanos rememoran esta gesta protagonizando la representación épico-dramática de La Morisma.
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